La
resignificación del dolor y la destrucción en Sade.
La figura del Marqués
de Sade está inevitablemente asociada a la máxima transgresión y a una
teoría de la absoluta flagelación, condiciones que permiten configurar el
discurso sadeano como mostrativo de una particular forma de destrucción.
Podríamos afirmar que Sade es el síntoma de un curioso movimiento (apertura al
deseo y la voluptuosidad) que se produce en el deslinde de una sociedad
dominada por la representación, el pensamiento científico y el cálculo
matemático.1 La apuesta de Sade por la algolagnia 2, es decir el placer sexual a través del dolor, determina la
discursividad sadeana como una suerte de respuesta de una subjetividad que no
puede representarse o reconocerse en la estreches de la preeminencia del
pensamiento calculante del siglo XVIII.
Frente al poder ilimitado
del antiguo régimen, Sade responde con una concepción del sexo que no tiene
límites, la desmesura de los sentidos y
la sensibilidad que acontecen en tal situación, ponen al cuerpo como accionante
de una praxis liberadora. Sin embargo, tal libertad no es gratuita, ya que es a
través del dolor que el cuerpo se hace lenguaje. El dolor sadeano presenta una
estructura bimembre: es al mismo tiempo hambre y comida. El dolor adquiere en Sade un estatuto
ontológico, ya que el dolor es un símil de la verdad, cuerpo y verdad son
elementos constitutivos del corpus sadeano, aquí el cuerpo es intrínsecamente
pensante.
Sin duda, Sade se nos
muestra como un rebelde, que en la perspectiva de Albert Camus, habría que calificar de rebelde metafísico 3, él niega a Dios en nombre de la naturaleza, de ahí que su
figura representa la negación más extrema. Popularmente el nombre del Marqués
está asociado a la crueldad, el azotamiento, sangre, tortura y al asesinato.4 Sin embargo, desde la perspectiva de Camus, Sade es más bien
un criminal lógico, es decir corresponde a un criminal que planifica, calcula,
e instala un objetivo final para sus acciones. Tal presupuesto, se opone al
crimen pasional, que se produce por azar
o en el frenesí de la pasión. 5 Para el creador de la Peste, está tendencia
hacia crimen en el ser humano, es resultado de una constante negación a ser lo
que es, tal situación lo lleva a la destruccion de sí y de los otros. Para Camus, el gesto rebelde se da necesariamente antes o después del
tiempo sagrado, de ahí que nos encontramos con la escritura sadeana en pleno
proceso de la Revolución Francesa, en una sociedad que ha dejado de ser teocéntrica.
El erotismo sadeano es
ostensiblemente anal, excrementicio y sangriento. Esta fascinación por los
excrementos, se enmarca en el proyecto sadeano de alcanzar el ángulo máximo de
la transgresión, de ahí la preferencia
del Marqués por el coito anal, y las prácticas sodomitas, que constituyen para
esa época una apología de la
transgresión. A lo anterior, Sade relaciona la orgía alimentaria con la
orgía erótica. Así, tragar esperma, comer excrementos, o la gula extrema se concibe como una coaptación sin límites del objeto, a
través de tales prácticas, Sade rompe la sociedad cerrada que representa el
antiguo régimen.
Ahora bien, esta crítica
que realiza Sade a la rígida y degradada sociedad estamental, se produce como una operación en el interior
mismo del lenguaje. Partiendo del hecho indiscutible que la literatura no sólo es una superficie
semántica que emerge en determinado
contexto histórico, sino una compleja trama de signos con profundidades y
desniveles que se repliegan en el interior de un campo discursivo. De ahí que
la importancia de Sade en cuanto a su potencialidad de desmontaje de la
referencialidad representacional de los marcos culturales del siglo XVIII. Sade
viene a constituir el momento de emergencia de la transgresión, acción que hace
posible que su obra se manifieste como un habla de la transgresión.6 En este sentido, la literatura de Sade es un punto de
inflexión en cuanto a la constitución de los recursos significantes con
respecto al espacio literario. En Sade las palabras adquieren autonomía, ya no
se acoplan a un sentido de idealidad, por el contrario, la literatura de Sade
es pura materia, significantes que
coexisten, delimitan, relacionan, recortan, etc., la desmesura del deseo.
En este contexto, Sade
tuvo la pretensión de ser la borradura
de toda la literatura, filosofía, y de todo lenguaje que pudo serle anterior,
es un habla de la transgresión, que se constituye como un umbral de positividad
de una forma de literatura que apela a otra subjetividad, pero esta no es la
subjetividad cartesiana, desglosada en cuerpo material, y pensamiento
inmaterial. Por el contrario, el sujeto Sadeano está ensimismado por la voluptuosidad, y en este exceso de
voluptuosidad la razón queda afuera. El
exceso de voluptuosidad se transforma en una búsqueda frenética del placer, y
es precisamente en el cuerpo atormentado y flagelado donde se alcanza el clímax. En esta escenografía del horror, pareciera
que Sade intenta mostrar la permanente ligazón entre vida y destrucción, relación atrofiada por los mecanismos de control y
disciplinamiento de la sociedad técnico-
científica del siglo XVIII.
Sade parece querer
constituir un nuevo espacio para la tragedia, y donde el sufrimiento pretende
trascender el cuerpo, el espíritu y el alma.
Para el escritor de la desmesura, el cuerpo es siempre el sitio de un
habla, y al parecer, redescubrir esta potencialidad discursiva de lo somático
es parte del proyecto sadeano. De ahí
que en la acción de la tortura, la
víctima es todo cuerpo. De esta forma, en el crimen se reafirma cierta individualidad, y en donde, se es sujeto en
la medida que el asesinato y la sevicia
reafirman la soberanía de un individuo en la reafirmación de la pura
negación. La subjetividad sadeana se constituye en el acto de infligir dolor,
en tanto, el dolor es la vida misma. En
esta plano, Sade no hace más que recordarles a sus contemporáneos la
potencialidad destructiva de la vida, sin embargo, a éste le seduce ese ámbito
de potencialidad de destrucción, ya que en esta acción, se despliegan
posibilidades ilimitadas de placer y control.
La figura de Sade se
desarrolla como una naturaleza intensificada, en éste el sexo se despliega como
un espacio ilimitado, que como el poder ilimitado del antiguo régimen no
reconoce fronteras ni limitaciones de ningún tipo. Foucaultianamente Sade es un
monstruo humano7, ya que su ámbito de
excepcionalidad, se da en la violación de las leyes de la naturaleza y la
sociedad. De ahí que la noción de monstruo que esboza Foucault es esencialmente jurídica, en el
sentido amplio del concepto: “el campo de
aparición del monstruo, por lo tanto, es un dominio al que puede calificarse de
jurídico biológico. Por otra parte, el monstruo aparece en este espacio como un
fenómeno a la vez extremo y extremadamente raro. Es el límite, el punto de
derrumbe de la ley y, al mismo tiempo, la excepción que sólo se encuentra,
precisamente, en casos extremsos”8. En esta plano, el monstruo es
la infracción llevado a su punto máximo o el clímax de la
contranaturaleza.
El monstruo de Sade no
sólo es una naturaleza intensificada, sino que también en él se manifiestan
ciertos dispositivos de poder que colocan a la naturaleza contra sí misma: de ahí que la
autodestrucción de la naturaleza sea el tema fundamental en Sade. En cierta
forma, el divino marqués ilustra una
suerte de cartografía de todas las posibilidades y dimensiones de la actividad
sexual, donde las personas sólo son elementos o fichas que conforman la
visibilidad de estos cálculos. Tal acción
se puede resumirse con los apelativos de “sexualidad de la cifra” o “racionalismo
morboso”. Bajo estos presupuestos,
sus personajes se despliegan como elementos sintagmáticos, son parte de una
trama, necesaria para la emergencia de un
lenguaje anónimo. Lenguaje de la sin razón, la locura, que intenta
introducir la desmesura del deseo en un mundo dominado por el orden y la
clasificación.
En esta perspectiva, una
forma de entender el discurso sadeano es a
partir de la lectura que hace Pasolini del divino Marqués, este último,
ve en la obra de Sade la oportunidad de representar el horror, y lo límites del
poder legal. A través de proyectar su interés por Sade, Pasolini logra
articular un film que narra la destrucción que ocurre en un hipotético estado
totalitario, que coincide con el auge del fascismo en Europa. El film se basará
en "Los 120 días de Sodoma”, y llevará por nombre Sàlo o los 120 días de
Sodoma. Así, protagonistas de Sàlo serán cuatro señores libertinos que basarán
sus acciones en la vejación, la humillación y el crimen de un grupo de jóvenes,
esquema que se apega a la estructura sadeana de la novela.
En este contexto,
Pasolini instala un análisis del funcionamiento del poder en la modernidad, y
por tanto, Sàlo también refleja la gubernamentalidad que se desglosa de los
gobiernos totalitarios del siglo XX. De ahí que
los cuatro señores libertinos representan las instituciones de poder
típicas del siglo XVIII y su poder en aquella sociedad estamental. Materializan
tal proceso la figura del Duque, el Obispo,
el Magistrado y el Banquero. Estos últimos se encargarán de provocar los más
terribles tormentos a sus víctimas, sufrimientos ligados estrechamente a la
coprofagia y la sodomía. Los cuerpos de las víctimas son usados en reiteradas
veces por los libertinos, y también por jóvenes carceleros. El cuerpo se
constituye como un objeto a desechar después de su manipulación y consumo. El
sexo pierde su condición de comunión con un otro, y se transforma en una suerte
cosificación de la alteridad. De esta forma, el Sade de Pasolini presenta los
modernos espacios de reclusión política, en donde el aislamiento, la soledad y
la condición de no lugar, serán sus características esenciales:" En Sade crea lugares cerrados,
castillos con siete recintos donde es imposible evadirse, y en los que la
sociedad del deseo y el crimen funcionan sin tropiezos, según un reglamento implacable”9. Tal situación se puede ejemplificar a partir del siguiente esquema:
En tal espacio de
reclusión, las víctimas no hablan, están fuera de la historia, y el único
lenguaje que les queda son las cicatrices de sus cuerpos. Tal espacio de
reclusión parece anunciar la
excepcionalidad de los estados
totalitarios modernos, o ciertos tipos de democracias que basan su permanencia
en las leyes de excepción. Sin duda, el
rendimiento estético de tales espacios, se basan en el goce que provoca el
espectáculo de la desdicha de los otros. Es precisamente en esta problemática
que redice el rendimiento discursivo de
Sade, suerte de placer negativo que en idioma alemán se designa con la palabra " Schadenfreude" , palabra que
designa el sentimiento de alegría creado por el sufrimiento o la infelicidad
del otro, se trataría más bien de un placer malicioso.10
La enunciación de la "
Schadenfreude" que emerge con
el discurso sadeano, permite configurar
el placer malicioso o goce negativo, como una característica intrínseca de la modernidad, de ahí la posibilidad de espectacularización
de la destrucción por medio de los mass media y la industria de las
comunicaciones; a través de éstos la
destrucción adquiere las características de acto deleitoso, en el cual la
desdicha de los otros es también la reafirmación de la seguridad y la
conservación de la vida frente al peligro.
En este contexto, la problemática de la
" Schadenfreude" es
la reflexión que desarrolla Susan Sontag en "Ante el dolor de los
demás"11,
texto en donde Sontag explora las representaciones de los desastres y
las guerras documentadas por los medios
de información, problema que remite a la indiferencia que han generado el
abirragamiento de las imágenes de destrucción.
NOTAS
1 Castro,
Eduardo. El vocabulario de Michel Foucault. Universidad Nacional de Quilmes.
Buenos Aires.2004., pág, 322.
2
La algolagnia es un término procedente del griego antiguo, se compone de
las palabras ἅλγος (dolor) y λαγνεία
(placer), y constituye dentro de la medicina el concepto para referirse a una
clase de erotismo extremo y violento. Un ejemplo muy moderno de esta peculiar
condición, se presenta en la película Crash (choque) de 1996, la cinta calificada como un Thriller- erótico
está basada en el libro de J.G. Ballard. La trama de la cinta gira en torno a
un grupo de personas que tienen inclinaciones sexuales bastante particulares,
estos últimos sienten una gran excitación sexual al presenciar o estar
involucrados en accidentes automovilísticos, tal situación los lleva a
desarrollar un verdadero fetichismo por las prótesis ortopédicas, las
cicatrices y los fluidos del automóvil.
3 Camus, Albert. El hombre rebelde. Alianza
Editorial, S.A., Madrid.2007., pág
., 52.
4 Beauvoir, Simone de. ¿Hay que quemar a Sade?
Ediciones Gallimard. Madrid.2000., pág., 48.
5 Op. Cit. Camus. Pág. 9.
6 Foucault, Michel. Del lenguaje y la
literatura. Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
Barcelona.1996., pág. 70.
7 Op. Cit. Castro, Eduardo., Pág.322.
8 Foucault, Michel. Los anormales.
Fondo de Cultura Económica. México. 2006., pág., 61.
9 Op. Cit. Camus. Pág. 57.
10 Gorer, Geoffrey. Vida e ideas del
Marqués de Sade. Editorial la Pleyade. Buenos Aires. 1969., pág., 220.
11 Sontag, Susan. Ante el dolor de los demás.
Editorial Alfaguara. Buenos Aires. 2003.
No hay comentarios:
Publicar un comentario